Como regalito del día de la madre, les compartiré un capítulo completo de mi libro.
Feliz día todas las que comparten la falta de sueño. ¡Resistan!
CAP.3: EL INSOMNIO
Canción sugerida: Sweet Dreams are made of
this_EURITHMICS
#LaAhuevotonina
¿Se han visto alguna
vez enfrentados a su hijo/a menor de dos años SUPLICANDOLE que por favor se
quede dormido? Literalmente. Pidiéndole con lágrimas en los ojos “Por favor… porrrr
favvvorrrr duérmeteeee”. Bueno, yo si.
Mis hijos son absolutamente noctámbulos
y la verdad es que en circunstancias normales me acomoda bastante trasnochar.
Perdón, me acomodaba, en pasado, AG.
Pasé la mayor parte de mi vida funcionando mejor después de las 9 de la
noche y valiendo nada en las mañanas. Ahora con suerte soy capaz de sobrevivir
a alguna película después de medianoche. Ni se imaginan la lista de
películas a las que no les he visto el
final.
Tengo conocidos que
refriegan en mis ojeras que su hijo se duerme a las 9 de la noche, ya comido,
bañado y perfumado y que no despierta hasta el día siguiente, con pajaritos y
ciervos alrededor, como en blancanieves. Bueno en mi casa la escena es más bien
parecida a Los Gremlims - post comida de medianoche (aunque coman a las 8), la
mayor parte de las veces. Igual, no se les acaba la batería aunque se saltaron
la siesta y hayan jugado el equivalente a un partido de rugby. Y claro, con el mayor no era tema. Yo
trasnochaba sin acusar recibo alguno del cansancio. Pero cuando nacieron los
otros dos, estando yo bastante más vieja, cansada y carreteada, poco a poco
empecé a sufrir más con las horas menos de sueño. Me vi sentada en el sillón
cabeceando hacia adelante, con el crío en brazos tomando pechuga (con la que
dormía plácidamente cuando la tenía en la boca… pero anda a sacársela, era como
pellizcarlo), tratando de derivar las últimas ondas cerebrales a la tarea de no
dejar caer la guagua y llevarla a la cuna sin que despierte.
Y bueno, por algo la
privación de sueño es una técnica de tortura: te destruye, te funde el cerebro
como pan con queso en el microondas, y empiezas a mandarte condoros, como que
se te queden las llaves, se te quemen las comidas, que eches el café en la
mamadera y leche en la taza que era para ti, que llegues a la reunión de
apoderados y no hay nadie porque no era hoy, era ayer, etcétera. Todas true
story. Afortunadamente, siempre los
condoros fueron con cosas inanimadas y no con los pequeños on fire, excepto
ponerles los zapatos al revés (un clásico). Es esta época, tenemos elevada la
hormona de la ahuevotonina.
Esto, es una de las
cosas que deberían incluir en los folletos de paternidad responsable. “Advertencia: si ud. procrea y se hace cargo
de ese pequeño ser, nunca más volverá a dormir como la gente. NUNCA. JAMAS”,
porque claro, al principio cuando es guagua todos sabemos que se duerme poco,
tiradito para nada. Pero nadie te dice que a medida que van creciendo dejas de
dormir por otras cosas: por las fiebres nocturnas, problemas para respirar por
tener muchos mocos, pesadillas, pijamas mojados con pichí porque se corrió el
pañal o soñaban que iban al baño, porque los escuchas toser o quejarse, porque
cuando crecen salen a carretear y tú ahí, pasándote rollos (pensando que están
haciendo lo mismo que hacías tú cuando carreteabas… horror) o porque
sencillamente tienes insomnio, porque el día ha sido tan estresante que el
cerebro sigue galopando por inercia. ¿Han escuchado eso de que si le cortas la
cabeza a una gallina cuando va arrancando su cuerpo sigue corriendo? Bueno, el
cuerpo de la gallina que sigue sin saber a dónde carajos va ni por qué, ese es
el cerebro y tu cuerpo es la cabeza que sigue ahí tirada, sin opción alguna de
volver a juntarte con tu chicken body y
hacer que las cosas tengan sentido. Siempre hay un motivo para no dormir, y más
motivos aún para no querer levantarse.
Poooota que me cuesta levantarme.
Los fines de semana trato de alargar el momento de poner los pies en el
suelo lo más posible, haciéndome la dormida un ratito más para que sea mi +1
quien se levante a hacer la leche. Y al día siguiente se hace el dormido él. Es
lo justo. He llegado a valorar con profundidad de monje tibetano esos 5 minutos
más en la cama. Namasté, namascafé. Hay que apelar al sentído ético, pelético,
pilimpimplético más arraigado para resistir la tentación de hacerlos faltar a
todos al colegio para quedarse enredados en las sábanas… ufff… una lucha de
cada día.
Y es que a veces cuando
los críos están despiertos, me cuesta mucho enfocarme en mis cosas, en divagar,
en sacar conclusiones, en armar el laberinto mental que siempre tengo. Yo
necesito mucho tiempo para pensar en my shit (me imagino que a todos los que
desarrollan procesos creativos les pasa lo mismo, mucha paja mental). Siempre
estoy concluyendo que necesito más tiempo para mí, añorando el ocio
sin cansancio como si fuera un amor platónico, porque no es lo mismo
pasar una hora caminando en el parque o escribiendo o tocando guitarra que
pasar una hora desparramada en la cama o el sillón, sin fuerzas para nada más
que desconectar el cerebro y existir. Igual debo reconocer que en los últimos
dos años, la hora de dormir se ha ido ajustando un poco más, de no ser así
créanme que este libro nica hubiese sido escrito. Enhorabuena.
¡Ocio libre y de
calidad para todos! Frente patriótico cinco minutos más.
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