Ir al contenido principal

No eres tú, soy yo (tu temor me ofende).

Nos acostumbramos demasiado a que la subjetividad era una entidad casi divina, irrefutable, absoluta, incuestionable. "La belleza es subjetiva... el arte es subjetivo...". Ahora resulta que el abuso, a ojos de algunos, también lo es. Y claro, son cosas distintas, pero tal vez en los 80, en alguna galería shuper rupturista y loca, una intervención de un hombre pegando un combo a una mujer habría sido considerado como arte. Como un espasmo artístico para plasmar la violencia y sus alcances, qué se yo.  Bueno, ahora estamos de acuerdo en que si alguien se chantara al medio del Costanera Center y le pegara un combo a una mina, terminaría al menos detenido (considerando el actuar de la justicia chilena, detenido un rato y puesto en libertad con orden de restricción). Pero ¿qué pasa cuando el abuso o la violencia no es explícita ni tan brutal? ¿Qué pasa cuando -como hemos visto estos días- alguien decide correrte la cara para darte un beso en la boca?.

He leído comentarios de hombres y mujeres condenando a Camila Gallardo por "ponerle color", por ser exagerada y francamente no puedo entender que a estas alturas, haya que explicar que los límites acá los pone el transgredido, no el transgresor.   

Tú no puedes decirme si un golpe tuyo me dolió o no, eso lo sé yo, aunque tú consideres que fue despacio. 

Tú no puedes decidir si lo que me dijiste me hirió o me hizo sentir triste, enojada, denostada. Eso lo sé yo. 

Tú no puedes decirme si algo que hiciste, si tu contacto no solicitado, tu masaje, tu cosquilla, tu abrazo me provocó incomodidad, rabia, miedo o asco, eso lo sé yo. 

Soy yo quien establece cuál es el límite de la transgresión, y ¿qué crees?, puede que no sea el mismo para una persona que para otra. Tal vez adoro que mi amigo o mi pareja me apriete las nalgas, pero es tremendamente perturbador que un desconocido me pellizque o me roce en las escaleras del metro. Eso lo determino yo. 

Imagen Publimetro
¿Qué necesitamos hacer para que entiendan? ¿Usar carteles colgados al cuello indicando si nos gustan o no los piropos, si aceptamos comentarios subidos de tono de desconocidos, si nos parece adecuado que nos toque un compañero de trabajo? 

Yo creo que es mucho menos complicado que eso. Yo creo que se trata de entender que esto no se trata de ustedes, de perder el "no sé de dónde mierda auto proclamado derecho"  a "ser simpático / galán" con quien quieran y de la forma que quieran.

Me da un poco de lástima leer cómo algunos hombres se sienten tan desorientados y tan confundidos respecto a cómo deben actuar ahora. "¡No se puede decir nada!".¿De verdad nunca han coqueteado con alguien? ¿No son capaces de leer la sutileza de alguien que te está invitando a interactuar con ella? ¿Nunca pololearon con alguien? Créanme, si una mujer quiere que la aborden románticamente, lo sabrán (somo si una fuera un tren o un barco en el que hay que meterse). No hay palabra clave ni contraseña, acá solo hay observación y respeto. ¿Qué les parece si en vez de "abordar a alguien" le extienden una invitación? ¿Si en vez de asumir la respuesta del otro, esperan que sea explícita?. Y por último, mi iracundo y confundido amigo, ante la duda, abstente. 

Nunca antes la frase "no eres tú, soy yo" tuvo tanto sentido. No es tu derecho a transgredir el objeto de preocupación aquí. No se trata de tí. Ya no. Se trata de cambiar las formas de actuar desde los círculos más íntimos. El contacto físico no deseado se ve forzado desde la niñez: ¡Salude a la tía! ¡dele un besito al tío, no sea fome!. Hay harta pega por hacer, pero en el intervalo que nos llevará a la sana convivencia, paren de mirarse el ombligo y de hablar por el resto. Ya no nos dicen qué hacer, ya no. 


PD: Antes de que empiecen a dar la lata entre la diferencia técnica o legal entre abuso y las demás figuras como acoso callejero, agresión verbal, etc., estas líneas tratan de la transgresiones a los límites, sean del tipo que sean. 

Comentarios

Entradas populares de este blog

Señorita con poto de señora

Tengo 3 hijos y vivo con el padre de los niños hace casi 10 años… se podría decir que estoy casada, pero no lo estoy.   Soy soltera, con poto de señora. Y no me molesta, la verdad es que a mis 42 años ya estoy más que resuelta (léase resignada) a que mi anatomía no será objeto de sorpresa en las redes sociales, como la viejita de 90 que hace fitness y se ve como de 30. No, yo estoy para el antes, en el antes y después. Hace poco uno de mis hijos me preguntó “¿por qué tú y mi papá no se casan?” .  Conchadetumadre, salté como que hubiese visto una araña. ¿De dónde sacaste eso? Y claro, la abuela católica que de cuando en vez le hace comentarios sobre por qué no estamos casados y por qué no se han bautizado.   ¿Cómo le explicas a uno de 12 que firmar el papelito no te asegura nada de lo importante excepto el patrimonio? ¿y que por otra parte tampoco te lo han pedido últimamente, así que no has tenido que pasar por la paja de cuestionártelo? Es un alivio igual. A mí...

Qué hiciste, abusadora.

Crédito Imagen: Pepe Le Pew, Looney Tunes de la Warner Bro. Rica no soy, partamos por ahí. Digamos que estoy  #mahomenos. Tuve épocas (más cortas que estornudo de gato en comparación a mis cuarenta y tres otoños) en las que, a punta de voluntad espartana y sonajera de tripas, estuve reeeca. Turgente como durazno conservero. No te miento fui feliz, pero con muy poco amor. Provengo de una mezcla orgánica de flaca maldita con gordito glotón. Obviamente, no saqué los genes de mi madre y pasé mi niñez inmersa en una batalla por defender mi derecho al pan con chancho y los helados. Como le pasó a muchos y muchas, ser gordita encausó mis encantos pa´otro lado. Nunca tuve problemas con la repartición de cerebro y gocé de una buena personalidad: simpaticona, chistosa, ocurrente,  histriónica y terminé genéricamente encasillada como "buenamoza".  Extrañamente, mi personalidad  oscilaba entre autoestima agonizante y una curiosa falta de pánico escénico. Mi capacidad de ...

¿Falta mucho?

 ¿Se acuerdan cuando eran chicos y se sacaban la cresta en bicicleta, o se pegaban cabezazos, se pelaban las rodillas o se quemaban la lengua tan fuerte con la leche que les quedaba insensible por unas horas? Hace poco pensaba en qué cortos eran los tiempos de recuperación de esas pequeñas tragedias. Llorabas, te enjuagabas la rodilla, te echaban metapío, agua oxigenada, povidona, tal vez un parche y vamos nuevamente a lo mismo, sin miedo. Con cautela pero sin miedo. Tiempo récord. Cuando yo era muy pequeña, onda 6 años, íbamos a Fantasilandia bien seguido con mi abuela y mi tío abuelo. Me subía a cuanta weá me autorizaban a entrar, pero mi preferido era el tobogán: "La alfombra mágica". Tenía una escalera gigante, medía 14 metros, que para mis patas cortas eran una eternidad en subida. Te pasaban un saco y luego del peregrinaje empinado por la escala con peldaños abiertos (que me producían un vértigo terrible), te sentabas sobre el saco en el borde del tobogán. Entonces ...